CAMPOS MÓRFICOS
RUPERT SHELDRAKE
Uno de los grandes problemas sin resolver de la biología es la morfogénesis ¿cómo adoptan su forma las hojas de los sauces, las rosas y las palmeras? El enfoque ingenuo es decir que está programada genéticamente. Todas las células del cuerpo contienen los mismos genes. El mismo programa genético está presente en las células de los ojos, en las del hígado y en los brazos y piernas. Pero si están programadas de idéntica manera, ¿cómo se desarrollan de manera tan diferente? Brazos y piernas son químicamente idénticos. Si se demoliesen los edificios y se los analizara químicamente sería imposible distinguirlos. Lo que los hace diferentes son los planos de los arquitectos y eso no aparece en los análisis químicos.
Muchos biólogos han adoptado la idea de que los organismos en desarrollo están formados por campos llamados morfogenéticos (nadie sabe que son tales campos ni como operan). Son campos: regiones autoorganizadas de influencia, análogas a los campos magnéticos y otros campos reconocidos de la naturaleza.
Sheldrake desarrolló esta idea y dijo: “los campos morfogenéticos
son un nuevo tipo de campo, hasta ahora no reconocido por los físicos. Al
igual que los organismos a los que dan forma, evolucionan. Tienen una
historia y contienen una memoria intrínseca que les da el proceso que yo
denomino resonancia mórfica. Son parte de una familia más grande de
campos llamados mórficos. Estos principios son la base de lo que yo llamo
hipótesis de la causación formativa”.
Los campos mórficos, como los campos ya reconocidos de la física, son regiones de influencia en el espacio-tiempo, localizados en y alrededor de los sistemas que organizan. Orientan los sistemas bajo su influencia hacia objetivos y puntos de llegada característicos. En las plantas y animales, los campos responsables del desarrollo y el mantenimiento de la forma corporal se llaman campos mórficos. En la organización de la percepción, la conducta y la actividad mental, se los llama campos perceptuales, conductuales y mentales. En la organización de las sociedades y las culturas se los conoce como campos sociales y culturales (la manera individual de volar las aves en el seno de una bandada).
El matemático René Thorm ha elaborado modelos matemáticos de campos morfogenéticos en los que los puntos de llegada hacia los cuales se desarrollan los sistemas son definidos como ATRACTORES. Los atractores representan los límites hacia los cuales son atraídos los sistemas dinámicos. Proporcionan una manera científica de concebir las metas, los propósitos, los objetivos o las intenciones.
Los campos mórficos no están fijados dependen de lo que ha ocurrido antes, tienen cierta clase de memoria; mediante la repetición los patrones que organizan se vuelven progresivamente más probables y habituales.
El primer campo de cualquier tipo (primeros cristales de insulina o una nueva idea como la de Darwin) deviene real mediante un salto creativo. Se desconoce la fuente de esa creatividad evolutiva. Tal vez se trate de azar. Tal vez sea expresión de alguna creatividad inherente a la mente y la naturaleza.
Sea cual fuere la explicación de su origen, una vez que existe, el nuevo campo, el nuevo modelo de organización, se hace cada vez más vigoroso en virtud de la repetición y resulta más probable que vuelva a ocurrir. Cuanto más a menudo se repitan los modelos, más probables serán. Los campos contienen una clase de memoria acumulativa y se vuelve cada vez más habitual. Evolucionan con el tiempo y constituyen la base de los hábitos.
Los medios por los cuales la información o un modelo-actividad se transfiere de un sistema anterior a uno posterior del mismo tipo se denomina resonancia mórfica. Implica la influencia de lo semejante sobre lo semejante y se trasmite a través del espacio y del tiempo. Solo provienen del pasado no del futuro. Cuanto mayor sea el grado de semejanza mayor será la influencia de resonancia mórfica.
Por ejemplo cada jirafa se vale de una memoria colectiva o almacenada en su especie y a ella contribuye al mismo tiempo. En el dominio humano este tipo de memoria colectiva se relaciona estrechamente con lo que Jung llamó inconsciente colectivo. Esta hipótesis predice que la resonancia mórfica debería detectarse en los dominios de la física, la química, la biología, la psicología y las ciencias sociales.
Las propiedades hipotéticas de los campos mórficos son:
1. Son totalidades autoorganizadas.
2. Tienen tanto aspecto espacial como temporal y organizan pautas espacio-temporales de actividad vibratoria o rítmica.
3. Atraen los sistemas bajo su influencia hacia formas y pautas características de actividad, cuyo advenimiento a la existencia
organizan y cuya integridad mantienen. Los fines o las metas hacia los cuales los campos mórficos atraen a los sistemas bajo su influencia
reciben el nombre de atractores.
4. Interrelacionan y coordinan las unidades mórficas u holones
que yacen en su interior, que a su vez se organizan en campos
mórficos. Los campos mórficos contienen otros campos
mórficos dentro de ellos en una jerarquía de inclusiones
sucesivas u holarquía.
5. Son estructura de probabilidades y su actividad organizativa es probabilística.
6. Contienen una memoria incorporada dada por la
autorresonancia con el pasado de una unidad mórfica y por la
resonancia mórfica con todos los sistemas similares previos.
Esta memoria es aclamativa. Cuanto más a menudo se repiten
las pautas particulares de actividad, más habituales se hacen.
CONEXIONES CON LA FÍSICA CUÁNTICA
La no localización es uno de los aspectos más sorprendentes y paradójicos de la teoría cuántica en tanto las partes del sistema cuántico que han estado unidas alguna vez en el pasado retienen una conexión instantánea incluso a gran distancia. Por ejemplo, si dos fotones, que por definición viajan a la velocidad de la luz, se mueven en direcciones opuestas a partir de un átomo que los ha emitido, retienen una conexión no local inmediata.
Las dos partes del mismo sistema, separadas en el espacio, están unidas por un campo cuántico. No se trata de un campo en el espacio ordinario. Tal como ocurre en los átomos y las moléculas, los miembros de grupos sociales son parte del mismo sistema. Podría suceder que, cuando están separadas, las partes del sistema social conservaran una conectividad no separable comparable a la que se observa en la física cuántica.
Si este fuera el caso, sería posible reinterpretar los campos mórficos en términos de teoría cuántica. Esto implicaría una enorme extensión de la teoría cuántica hasta llegar a cubrir la organización biológica o social.
EXPERIMENTOS SOBRE CAMPOS MÓRFICOS
La manera más fácil de comprobar directamente los campos mórficos es trabajar con sociedades de organismos. Los individuos pueden estar separados de tal manera que no se puedan comunicar entre sí por medios sensoriales normales. Si aun así puede trasmitirse información entre ellos, forzosamente tendrá que afirmarse la existencia de vínculos o interconexiones del tipo previsto por los campos mórficos. Nadie sabe como cambian de dirección las bandadas o los cardúmenes, ni como las termitas construyen sus nidos. Nadie sabe cuál es la naturaleza de los vínculos sociales humanos (este libro habla del vínculo de personas y animales domésticos).
De acuerdo con la hipótesis de la causación formativa, los campos mórficos se extienden más allá del cerebro, en el medio en torno, nos une a los objetos de nuestra percepción y nos capacita para afectarlos a través de nuestra intención y nuestra atención. Por ejemplo podemos afectar a otra persona mirándola por detrás cuando no tenga ninguna otra posibilidad de saber que la estamos mirando.
Los problemas sin resolver de la navegación, la migración y el regreso al lugar de origen de los animales también dependen de campos invisibles que conectan los animales con sus destinos. En efectos estos campos podrían actuar como bandas elásticas invisibles que los unen a sus hogares. En el lenguaje de la dinámica, su lugar de origen puede considerarse un atractor.
RESONANCIA MÓRFICA EN BIOLOGÍA
Hay evidencia que el comportamiento animal puede evolucionar con rapidez, como si a través de la resonancia mórfica se construyera una memoria colectiva. En particular es posible observar adaptaciones en gran escala en el comportamiento de animales domésticos de todo el mundo.
RESONANCIA MÓRFICA EN EL APRENDIZAJE HUMANO
A través de la memoria colectiva de la que los individuos se valen y a la que al mismo tiempo contribuyen, debería en general ser más fácil aprender lo que otros han aprendido antes. Noam Chomsky dice que los niños aprenden tan rápido que o es posible que imiten el lenguaje. De alguna manera, la estructura del lenguaje parece heredada. Suponen que la capacidad para aprender una lengua ha de depender de una codificación en el ADN de los genes para las estructuras universales comunes a todas las lenguas.
La resonancia mórfica ofrece una explicación más simple. El niño resuena con los hablantes que lo rodean y con millones de hablantes de la lengua en el pasado. La resonancia mórfica facilita su aprendizaje del lenguaje, así como facilita otros tipos de aprendizaje. Esta interpretación es especulativa, pero también lo es la teoría de los genes para una hipotética gramática universal. “Hasta ahora nadie ha localizado un gen de la gramática”. A través de la resonancia mórfica, las pautas recién aprendidas de conducta pueden extenderse rápidamente en toda la especie. El aprendizaje de estas nuevas habilidades puede resultar progresivamente más fácil a medida que pasa el tiempo y se va haciendo cada vez más habitual.
En la psicología humana es posible interpretar las actividades de la mente en términos de campos mórficos que interactúan con las pautas físico-químicas de actividad en el cerebro. Estos campos no se limitan al cerebro, sino que se extienden más allá del cuerpo, en el medio circundante. Estos campos mentales extendidos subyacen a la percepción y la conducta. También permiten interpretar los fenómenos paranormales, como la telepatía y la sensación de ser mirado, de tal modo que parezcan normales.
La memoria personal puede comprenderse en términos de autorresonancia a partir del pasado propio. Una resonancia menos específica con otras incontables personas en el pasado conecta a cada uno de nosotros con la memoria colectiva de nuestra sociedad y cultura, y finalmente con la memoria colectiva de toda la humanidad.
Enseñar métodos que maximicen la resonancia mórfica a partir de quienes han aprendido lo mismo en el pasado podría llevar a un aprendizaje más eficiente y más rápido.
Todo el cosmos parece ahora evolutivo. Los campos de átomos, moléculas, cristales, planetas, estrellas y galaxias evolucionan; y lo mismo que los campos mórficos de los organismos biológicos, su evolución está sometida a la evolución natural.
La hipótesis de la causación formativa ayuda a explicar como se repiten las pautas de organización, pero no explica como empiezan a existir. Deja abierta la cuestión de la creatividad evolutiva. La causación formativa es compatible con diferentes teorías de creatividad, que van desde la idea que toda novedad es mera casualidad a las explicaciones en términos de creatividad divina.